sábado, 2 de febrero de 2013

Aprendizaje

Ha pasado un año desde mi última entrada. Ha sido rápido, pero intenso. Como una vuelta en Fórmula Uno al circuito de SPA...Emociones fuertes, sufrimiento, también risas y, sobre todo, aprendizaje. Mucho aprendizaje. La vida se desarrolla a tu alrededor como en círculos concéntricos, y los acontecimientos a veces desbordan como un tsunami el parapeto más tupido. Habitualmente escribo el día último de año para echar la vista atrás, recopilar datos y hacer balance. Este dos mil doce, andaba metido en un tanatorio. Se podría decir que ha sido un perfecto epítome de lo que ha significado para mi. Me he enfrentado a la faz de la muerte con nunca hasta ahora (ajena, claro está). El caso es que hoy ando no sé, raro. La cercanía de los exámenes y el cambio de casa con el follón que ello conlleva supongo que me coloca con un grado más de ansiedad de lo normal. Desde luego, poner la tele, no ayuda mucho. Es alucinante la cantidad de porquería que circulaba por los entresijos de este puñetero país sin el vulgo saberlo.......o no querer saberlo. El dicho dame pan, y llámame tonto, viene muy al caso. La anestesia de la habitualidad, y los numerosos resortes que se ha reservado el poder establecido para sobrevivir cual garrapata a todos los ataques recibidos hace que no pase absolutamente nada. Más de mil manifestaciones el año pasado sólo en Madrid, dos huelgas generales, sentadas, protestas varias, mítines, perroflautas haciendo malabares en la Puerta del Sol y un largo etcétera no han valido para remover ni un ápice de su poltrona a esta panda. Curioso ¿Verdad?. Nos echamos las manos a la cabeza, y ponemos a parir al que se nos pone delante. Políticos, banqueros, empresarios, Iglesia, el Pato Lucas...con tal de no hacer ejercicio de autocrítica, cualquiera nos vale. Y es que soy de la idea de que esta CRISIS con mayúsculas que asola a esta piel de toro no es únicamente debida a una clase dirigente corrupta e imbécil, que también. Es debido a una sociedad podrida y magra de valores, a individuos acríticos y adocenados que nos hemos dejado embaucar con un caramelito cual niños de parvulario. Parto de la base que Ana Botella es el arquetipo de personaje al que más desprecio, mas el otro día realizó unas declaraciones en las que no le faltaba razón, para variar. Decía que la clase política no es más que un reflejo de la sociedad. Seguramente sea en lo único en lo que podré a llegar a estar de acuerdo con esta buena señora, que dios guarde en su seno... Todos somos culpables de este desaguisado. Por haber gastado más de lo que era cabal, por hipotecar nuestra vida y la de nuestras familias hasta el barboquejo, por querer el coche más molón, las vacaciones más pintonas, el chalet como más parcela. Por nuestra avaricia y nuestra envidia, por nuestros muchos defectos como consumidores y seres humanos. Y no me vale la excusa de que nos engañaron. Claro que en esta pirámide de la culpa hay niveles y grados, y que los que sabían que esto explotaría algún día y no sólo miraron hacia otro lado, sino que sacaron tajada del asunto merecen pena capital. Mas en muchas ocasiones hemos sido nosotros con nuestra estupidez los que pusimos el epitafio en la lápida. Y me gustaría pensar que esto nos ha valido para reflexionar, aprender de nuestros errores y entonar un NUNCA MAIS. Pero la triste realidad me temo que será diferente, como la Historia nos enseña una y otra vez. Que volveremos a caer en el ciclo de la estupidez y el esnobismo en cuanto tengamos ocasión y que los de siempre nos darán por el saco por los siglos de los siglos. Vivimos en una Democracia y no sabemos qué hacer con ella. Está en nuestra mano echar con nuestro voto (o nuestro no voto) a todos estos herederos del caciquismo que ha asolado nuestra historia durante siglos. Ahora, todo es indignación, cabreo, quejas y gritos desesperados. Mañana, cuando se acerquen las elecciones, los políticos besarán tres niños, invitarán a la merendola a unos cuantos ancianos, y todos tan contentos. Olvidaremos los oprobios, cómo nos pisotean y ningunean, cómo han dejado este solar desierto de esperanza y de justicia. Porque llegará el momento de poder usar esta nuestra parcelita de poder que aún no han cercenado (démosles tiempo) y, como buen españolito analfabeto y cainita, frente a la urna estaremos pensando más en que no salga el de enfrente, que en cambiar las cosas. En votar por el mal menor, que en buscar una alternativa. Y así nos luce el pelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario