jueves, 14 de abril de 2016

Nunca pasa nada

Soy un sociólogo que no ejerce. Más bien, estudié Sociología, y en ese momento no sabía ni porqué…..tal vez fue porque fue a lo único decente a lo que pude aspirar con unas notas tan lamentables en Selectividad. Acabé la licenciatura al borde del ahogo y sin salvavidas, simplemente porque era lo que tocaba en ese momento. Una disciplina curiosa, ni Max Weber pudo decir de qué va. El caso es que, pasado el tiempo, con experiencias en la memoria y canas en la barba, me he dado cuenta de que me gusta. Si, me encanta elucubrar acerca de los motivos de la gente para actuar en general de manera tan irreflexiva y gregaria, de cómo las élites manipulan las voluntades a su antojo. De cómo la violencia se adueña de la mente colectiva cuando se lleva a una masa al límite, como si se encendiera una cerilla en un mar de queroseno. Pero ese limite jamás se pisará aquí. No mientras tengamos un bar con botellines helados y a Cristiano en la tele de plasma pegando cebollazos a un baloncito. Cada día estoy más convencido de que el ciudadano, especialmente a partir de cierta edad, se mueve a través de automatismos, algo así como en modo ahorro de energía. Usa los circuitos ya preestablecidos para no tener que darle al coco más que lo imprescindible….que bastante tenemos ya con pagar la hipoteca, el divorcio, mi hijo con trastorno de hiperactividad, el vecino de arriba que arrastra muebles a las dos de la madrugada….como para encima llegar el domingo por la noche a casa después de entregar a la criatura a la arpía de tu ex, y poner en la tele al pájaro de mal agüero de Jordi Évole. En lugar de eso, abres una lata de cerveza, te sientas en el sillón con los pies encima de la mesa bajera enfundado en los patucos en forma de cabeza de Mickey Mouse, y colocas en pantalla Gran Hermano Vip, sin saber si estás viendo eso, o un documental de aves marinas….básicamente, te la sopla. Y lo entiendo, de veras. Porque no hay alcantarillado mental suficiente para evacuar tanta mierda que nos bombardea por los cuatro costados cada día, uno ha de impedir que entre la cochambre con un blindaje de carro de combate... cuestión de pura supervivencia. Y es que no hay nada como vivir en tu burbuja de plutonio para ser menos infeliz. Conozco gente que sólo sonríe cuando tiene una copa balón de Ron Santa Teresa con Coca en la mano derecha, y mucha hembra emperifollada alrededor. Es como su momento zen. El resto de la semana le ves arrastrándose por el trabajo cual perezoso, como en modo low bat,hasta la siguiente farra. Su vida es un impasse, una especie de interludio entre juerga y juerga…..todo en su vida está focalizado en un mismo objetivo: gustar, follar, empinar el codo, fumar de la cachimba y lucir palmito. Sólo sacará lo mejor de sí mismo si vislumbra una presa a la que hincarle el diente. Como los guepardos en el Serengeti , el único motivo para levantar los huesos de la siesta a la sombra de un baobab será en caso de extrema necesidad (sexual, en su caso). Y nadie podrá decir que no es la realidad, pues es SU REALIDAD, la que se ha construido voluntariamente, a su manera, y desde luego no seré yo quien le juzgue, es más, diría que hasta le envidio. Me encantaría que el nihilismo fuera el timón de mi vida, mi patria, el Vicente Calderón una tarde de domingo, y que cada entrenamiento de pesas llenara más mi espíritu que todos los clásicos griegos juntos. Y creer en Dios, madre, eso si que sería la hostia!!!! Poder andar jodiendo al personal toda la semana, y que el domingo antes de misa un tío de negro y con alzacuellos te haga un reseteo completo de pecados en el disco duro a cambio del módico precio de dos avemarías, un padrenuestro, y un par de pavos para el cepillo. Es como las vidas infinitas en los videojuegos ¡¡¡quién dijo miedo!!! Por no hablar de la muerte..si los devotos casi debieran estar deseando palmarla!!. Aunque bien pensado, nada de Iglesia Católica, eso del purgatorio no suena a masaje oriental con final feliz precisamente. Casi mejor un devoto yihadista…….acabar rápido, y a cubrir vírgenes de tres en tres….espero vendan viagras en el cielo de los moritos, que uno ya no tiene edad para ciertos excesos sin asistencia divina… El caso es que no soy ni católico, ni musulmán, ni nihilista. Se podría decir que básicamente soy un gilipollas que cumple con las normas (No me preguntéis cómo me va)
Pago mis impuestos, soy un buen ciudadano, cumplo con mi trabajo y mis obligaciones como padre…trato de ser un buen hijo, amigo de mis amigos….o sea, un gilipollas. Lo llevo en el ADN, y no lo puedo evitar. Me gustaría transpantarme a un sinvergüenza de esos con gracia, y pico a raudales de los que siempre salen indemnes de todas sus maldades, se vive inmensamente mejor. Y si cree en Cristo Resucitado, miel sobre hojuelas El caso es que hoy en día lo más puro que veo a mi alrededor es el jabón de glicerina que tengo en la ducha. Desde luego más feliz era cuando no había ex parejas, ni Gürtel ni Púnica ni Ritas ni wikileaks, ni papeles de Panamá. Reza una cita que en el medio está la virtud. No sé si es verdad, lo que parece claro es que, lejos de eso, el camino del exceso es el que se ha impuesto en el mundo. O del defecto. O se es Emilio Botin, o un pobre miserable con nómina (o sin ella). O calvo, o con tres pelucas. Y qué bien estaría una revolución de los calvos o, mas bien, una insumisión…..Qué pueden hacernos estos peludos a millones de alopécicos? Por lo menos, a los judíos de los campos de concentración les rapaban para hacer colchones y ropa con el cabello. A los bolas de billar no nos queda ya ni eso, sólo la poca dignidad que cada uno arrastre consigo…hasta que los pelucas descubran una manera de sacarle rédito pecuniario, todo se andará. De momento he oído que andan pensando en colgarnos del cuello un caudalímetro de oxígeno consumido por hora, que ya que es un gas cada vez más escaso, a ver si nos ayuda a controlarnos….gordos, maratonianos y con trastorno de ansiedad ya andan pidiendo el pago fraccionado. No sonrían, que es verdad. Y es que el mundo sigue girando, y así seguirá, y seguirá, y seguirá por los siglos de los siglos y AMÉN. Porque aquí NUNCA PASA NADA. Y desde luego, no seremos nosotros los que haremos que cambie. Que bastante tenemos con lo nuestro. ¿Verdad?