domingo, 25 de diciembre de 2011

EL AMOR

La tarea más importante y a la que más recursos ha dedicar el ser humano es, con mucha diferencia, aprender a amar. Y nunca, nunca se llega a su conocimiento más profundo y verdadero, ni en una vida de cien años de esfuerzo y tesón. Necesitaríamos veinte más para desentrañar ese gran misterio que mueve montañas. No es la voluntad, no. El amor provoca terremotos, sangre derramada, que el cobarde sea valiente, y el indolente, un héroe.

Qué es el amor. Difícil saberlo. Abarca tantas facetas, y ocupa tantos espacios que sería como intentar contar granos de arena en el desierto.

Sólo diré que todo lo que hacemos en nuestra vida está focalizado a una sola cosa: EL AMOR. Todos nuestros actos están motivados por el deseo de que los demás nos amen, y nos acepten.

Desde niños, hasta la decrepitud, especialmente en estos extremos vitales. Y es que si a un niño no se le toca, besa, abraza, mima desde su nacimiento, muere, se llama marasmo, y es la enfermedad del alma. ¿Qué desea un anciano? Sólo muestras de afecto para lo poco que le reste de vida. Y eso es el hombre. Seres complejos, fruto de millones de años de evolución, y de una amalgama de experiencias que forjan nuestra personalidad, y al mismo tiempo simples

jueves, 18 de agosto de 2011

La buena suerte


La semana pasada volvimos de un viaje a Costa Rica de más de dos semanas. Es época de lluvias en estos meses del año e íbamos pelín asustados pensando en una nube perenne descargando con rabia en playas paradisíacas en las que no te podías bañar. El caso es que el tiempo ha sido buenísimo, sólo nos ha llovido en los traslados, o cuando ya caía la tarde tras una auténtica jartá de sol y baño (típica lluvia tropical, que en Madrid hubiera supuesto el caos más absoluto y trescientas intervenciones de bomberos). La experiencia ha sido inolvidable, pero pensando en las variables fuera de tu control que podían haber hecho de este periplo el mayor de los infiernos, también podía haber llegado a casa cagándome en su puta madre.
Y es que primero dependes de, ay madre, compañías aéreas y aeropuertos s.a.
Que no salga tarde tu vuelo, que no pierdas tu conexión en la escala, que tu equipaje no acabe camino de Cleveland, que no se cebe contigo como el toro Ratón un poli de aduanas yankee de ciento veinte kilos y te ponga el bolso de mano patas arriba, que no secuestre el avión un fundamentalista islámico y te tengan que reconocer por la piñata. Que los shuttles lleguen a su hora (es Costa Rica), q al coche de alquiler no le salte un pistón por el capó (con esas carreteras, todo es posible, me descojono de los socavones de Avenida de los Poblados), que todas las reservas de hotel estén en orden, que no sufras una intoxicación alimentaria que te pegue a un retrete hasta el fin de los días, que no te pique una serpiente terciopelo en los huevos, que no se hunda una kunda-barca de esas que usan estos tipos para ir de isla a isla a toda hostia, que no te succione la sangre un mosquito anófeles y te deje más tonto de lo que ya estás. Que no te raje un taxista negro hasta arriba de hachís con rap latino a toda pastilla ex-líder de una mara guatemalteca, mientras su colega viola a tu novia contra un cocotero. En fin, que si lo piensas, son muchas cosas, y todas mezcladas.
Conocimos una pareja de españoles que parecía que nos seguía, porque hizo prácticamente el mismo itinerario que nosotros, y nos la encontrábamos en todos los lados, eran como Wally. El caso es que allí donde nos veíamos el careto llegábamos nosotros con nuestro buen karma de qué bien está saliendo todo, vaya playas acojonantes, me he puesto hasta arriba de Daikiris y todo ese rollo, y ellos siempre replicaban con que en el mismo sitio les había llovido, la chica se cayó en un puente en la frontera con Panamá que casi acaba siendo carnaza de cocodrilo (seguramente el bicho no volviera a comer en un año, pesaba como cien kilos), el hotel una mierda, el rafting regular, la abuela fuma heroína…….y así un largo etcétera. Total, que ya asomábamos la gaita cada vez que entrábamos en un restaurante a ver si estaba cenando la familia telerín para salir como alma que lleva el diablo. Y es que pienso de corazón que la mala suerte se pega como una lapa...
El caso es que estoy en casa, tirado en el sillón mientras escribo mis tontadas, entero y verdadero, y más feliz que una perdiz por un viaje realmente increíble y que recomiendo a todos los amantes de la naturaleza y de las playas paradisíacas.
Y es que yo me considero un tipo MUY AFORTUNADO. Tú también, ¿A que sí?

lunes, 30 de mayo de 2011

De paranoias varias

EL OTRO

No me van las moralinas. No me gusta imponer ideas, ni las discursiones fuera de tono. Sí la reflexión conjunta, fruto de un conocimiento, de una base, de unos principios. Y sobre todo, del respeto, ese rara habis que tanto se echa en falta en los tiempos que corren. No voy a decir que todas las ideas son respetables, eso es una de las mayores estupideces que he oído en mi vida.
Pienso en todo eso cuando escucho a alguien defendiendo una posición a capa y espada, como si la verdad se la hubieran regalado en el kiosko de la esquina al comprar el periódico. Relativismo. ¿Qué hubiera sido de este tipo, si en vez de nacer en una familia de guardias civiles, haber sido un Guardia Civil y ahora policía de infantería, se hubiera criado entre actores de teatro, y bailarinas de cuplé? (Y se hubiera leído un librito de vez en cuando) La película sería muy diferente, seguramente. Y es que no nos damos cuenta hasta qué punto nuestra forma de pensar, vivir, amar, relacionarnos viene marcada a fuego por nuestro entorno, amigos, familia, estudios, libros leídos, películas disfrutadas. Somos un crisol en el que se han fundido muchas experiencia que marcan nuestra personalidad. Por eso, ¿No nos sería útil para entender a los demás y a nosotros mismos un poco de asertividad? ¿Acaso seríamos madridistas si hubiéramos nacido en una masía cerca de Barcelona? ¿No rezaríamos cuatro veces al día mirando a La Meca si en vez de ser del barrio de Chamberí nos hubiéramos criado en un suburbio de Riad?
Seguramente, si mi padre fuera cofundador de Alianza Popular, yo sería un gran fan del señor Gallardón, o de un tal Rajoy.
Si partiéramos de esas premisas a la hora de relacionarnos como ciudadanos, como naciones, como instituciones, otro gallo nos cantaría.
Me pregunto cuántos de los valores de los que hacemos gala como estandarte de nuestra forma de ser son fruto de una reflexión, y cuántos de un automatismo. El cuestionamiento de nuestras creencias debe ser un paso fundamental para derribar los muros que nos separan de nuestros iguales, para empezar a desterrar palabras como adversario, contrario, rival. Esto es la vida, no una peli del Far West, en la que sólo hay buenos y malos. Son millones los matices que enriquecen la convivencia. Presuponer al otro como un ser falible igual que tú, es el principio del entendimiento.
Supongo que no hay fórmulas magistrales para conseguir cuestionarte lo que eres, somos animales de costumbres en un rango mucho más amplio de lo que pensamos, éstas son como el madero al que asirse en la tempestad. Es desde luego mucho más fácil agarrarte a lo que te han hecho ser, que plantearte preguntas, y cuestionarte si realmente tus creencias son mejores que las de los demás. Es como discutir con alguien, más con la intención de hacer prevalecer unas ideas y convencer al otro, que para provocar una reflexión. RELATIVISMO.
Supongo que la virtud se alcanza en el punto medio, el equilibrio homeostático. En la cultura, en los libros, en los sabios, en no cerrar tu mente a ninguna influencia, por muy alejada de tus planteamientos vitales que te parezca en un principio. Y, sobre todo, en desterrar esa lacra llamada PREJUICIOS. Hablar con todos y de todo.
En pleno siglo veintiuno, es descorazonador comprobar cada día cómo teniendo acceso a más información que nunca en décimas de segundo, la ignorancia y el analfabetismo voluntario siga instalado en nuestros corazones, por no hablar del conformismo.
El pensamiento acrítico es hijo de la incultura, justo el concepto favorito de los que manejan los hilos. Porque sin pueblos analfabetos, no habría grandes corporaciones manipuladoras, ni gobiernos que hicieran de su capa un sayo. Saber decir no es el primer paso para combatir la esclavitud, pero saber razonar ese no, es lo que propicia todo lo demás.
Hay momentos en los que se hace necesario sentarse en un banco del camino, y pensar adónde vamos. Como individuos y como sociedad.
Como el gran Antonio Machado plasmó en una rima preñada de sabiduría:
¿Tu verdad? No, La Verdad.
Y ven conmigo a buscarla,
la tuya, guárdatela.

domingo, 20 de febrero de 2011

El Mundo está mal diseñado


EL MUNDO ESTÁ MAL DISEÑADO.

El otro día me mandó un colega un correo bien interesante de un documental titulado “La obsolescencia programada”, que trata de cómo el mercado pone fecha de caducidad a sus productos adrede para fomentar su reposición periódica. Te explica, por ejemplo, cómo una bombilla con cien años de antigüedad sigue funcionando con tecnología de botijo, y cómo una actual tiene una duración programada de exis miles de horas para que tengas que acercarte al súper de turno a por un repuesto cada exis tiempo. Acojonante ¿verdad?. Básicamente, es una forma de tratarnos como si fuéramos imbéciles, que por otro lado es lo que somos, peones de un monstruo fuera de control que una élite industrial y política ha diseñado que acabará por devorarnos a todos (ellos, incluidos).
Y es que el Mundo está claramente mal diseñado. Se permitían los economistas y los gobiernos occidentales el lujo de criticar el sistema socialista por obsoleto y utópico ¡Ja! Tal vez sea mejor un capitalismo salvaje en el que impera la ley del más fuerte, en el que los Estados sólo son títeres en manos de las grandes empresas internacionales y el ciudadano, sentado con las piernas cruzadas a la orilla del camino sólo se pregunta ¿en qué me equivoqué, qué he hecho yo para merecer esto?. El fin de la Historia, decían algunos cuando cayó el sistema comunista. Tal vez tengan razón, pero en un sentido muy distinto al que ellos pregonaban.
Esto se nos ha ido de las manos y para muestra, un botón. Cómo el sistema de automoción privado ha cambiado el Planeta Tierra. A veces, cuando en un viaje llego a un pueblo bonito con edificaciones de hace siglos o paseo por un valle del Pirineo, cierro los ojos y trato de imaginar cómo fue en origen (quiero decir, antes de que los putos coches tomaran el paisaje al asalto). Cómo iban vestidos los habitantes, sus negocios, los caminos por los que transitaban…y cuando despierto de mi locura transitoria, me encuentro en una plaza medieval con su iglesia románica aguantando diez siglos piedra sobre piedra decorada por un Range Rover negro junto al pórtico. Atasco de entrada, y de salida. Una autopista de seis carriles sobre un puente colgante en mitad del valle. Y en la ribera del río, un parking para doscientos autobuses porque se ha convertido en La Meca del turismo rural de la zona. Y se me llevan los demonios, os lo juro por don Arturo.
Parece ser que la manera de salir del atolladero en el que nos han metido esta panda de golfos sin escrúpulos es crecer, vamos, como la Alemania de Merkel, a razón de tres y medio anual. ¡¡¡Pero es que no quiero crecer más!!! ¿O es que acaso este planeta va a aguantar esta tortura? Superpoblación, mares contaminados, calidad del aire deplorable, deforestación, escasez de agua potable y al final, el fin. La política del crecimiento sin medida no lleva a ninguna parte, y lo saben. ¿Pero qué más les da a ellos? Si les salen las cuentas…los que vengan detrás, que arreen…
Es como cuando veo estos famosetes en la tele haciendo su limpieza de imagen particular en Navidad, apelando a nuestra vena sensiblona en anuncio de BuenSamaritanosinfronteras.org. ¡Los negritos se nos mueren de hambre, señores, aflojen la pasta! Y a mi se me afloja el esfínter. Porque si todos los niños que nacen en África sin control salieran adelante, esto se iría a la mierda, incluida tu ONG de buen rollito. Basta ya de hipocresía. Para que podamos ir al súper y que haya quince marcas distintas de pan de molde, en India mueren en las calles de Bombay a cientos…y en Darfur caen como chinches en los campos de refugiados.
Lo que parece claro es que cuatro millones de años sobre la tierra no nos ha enseñado nada y que, si no se remedia, apenas un par de cientos va a ser suficiente para cepillarnos la vida tal como la conocemos. Y me pregunto por qué nos creemos más importantes que un delfín, una ballena o un lince ibérico. En lo único que aventajamos al resto de especies es en nuestro poder de destrucción y en el odio que destilamos allá donde plantamos el pie, quién demonios nos creemos para destrozar un Mundo que ha tardado millones de años en ser creado. ¿Qué es el progreso? ¿Ciudades como Madrid abocadas a convertirse en un México DF, o en una Nueva Delhi? ¿Cada vez más bloques de cemento armado, centros comerciales gigantescos y máscaras antipolución? Lo peor no es ver cómo esto se va a la mierda, es la impotencia de no poder hacer apenas nada como individuo y cómo la capacidad de lucha y de cuestionamiento de la masa atocinada hacia el Poder se reduce a los gritos que pegan cada vez que Cristiano Ronaldo falla un gol cantado…¡qué tristeza ver cómo un bocata de lomo y un partido de fútbol es suficiente para mantenernos como cerdos que van al matadero!