domingo, 20 de febrero de 2011

El Mundo está mal diseñado


EL MUNDO ESTÁ MAL DISEÑADO.

El otro día me mandó un colega un correo bien interesante de un documental titulado “La obsolescencia programada”, que trata de cómo el mercado pone fecha de caducidad a sus productos adrede para fomentar su reposición periódica. Te explica, por ejemplo, cómo una bombilla con cien años de antigüedad sigue funcionando con tecnología de botijo, y cómo una actual tiene una duración programada de exis miles de horas para que tengas que acercarte al súper de turno a por un repuesto cada exis tiempo. Acojonante ¿verdad?. Básicamente, es una forma de tratarnos como si fuéramos imbéciles, que por otro lado es lo que somos, peones de un monstruo fuera de control que una élite industrial y política ha diseñado que acabará por devorarnos a todos (ellos, incluidos).
Y es que el Mundo está claramente mal diseñado. Se permitían los economistas y los gobiernos occidentales el lujo de criticar el sistema socialista por obsoleto y utópico ¡Ja! Tal vez sea mejor un capitalismo salvaje en el que impera la ley del más fuerte, en el que los Estados sólo son títeres en manos de las grandes empresas internacionales y el ciudadano, sentado con las piernas cruzadas a la orilla del camino sólo se pregunta ¿en qué me equivoqué, qué he hecho yo para merecer esto?. El fin de la Historia, decían algunos cuando cayó el sistema comunista. Tal vez tengan razón, pero en un sentido muy distinto al que ellos pregonaban.
Esto se nos ha ido de las manos y para muestra, un botón. Cómo el sistema de automoción privado ha cambiado el Planeta Tierra. A veces, cuando en un viaje llego a un pueblo bonito con edificaciones de hace siglos o paseo por un valle del Pirineo, cierro los ojos y trato de imaginar cómo fue en origen (quiero decir, antes de que los putos coches tomaran el paisaje al asalto). Cómo iban vestidos los habitantes, sus negocios, los caminos por los que transitaban…y cuando despierto de mi locura transitoria, me encuentro en una plaza medieval con su iglesia románica aguantando diez siglos piedra sobre piedra decorada por un Range Rover negro junto al pórtico. Atasco de entrada, y de salida. Una autopista de seis carriles sobre un puente colgante en mitad del valle. Y en la ribera del río, un parking para doscientos autobuses porque se ha convertido en La Meca del turismo rural de la zona. Y se me llevan los demonios, os lo juro por don Arturo.
Parece ser que la manera de salir del atolladero en el que nos han metido esta panda de golfos sin escrúpulos es crecer, vamos, como la Alemania de Merkel, a razón de tres y medio anual. ¡¡¡Pero es que no quiero crecer más!!! ¿O es que acaso este planeta va a aguantar esta tortura? Superpoblación, mares contaminados, calidad del aire deplorable, deforestación, escasez de agua potable y al final, el fin. La política del crecimiento sin medida no lleva a ninguna parte, y lo saben. ¿Pero qué más les da a ellos? Si les salen las cuentas…los que vengan detrás, que arreen…
Es como cuando veo estos famosetes en la tele haciendo su limpieza de imagen particular en Navidad, apelando a nuestra vena sensiblona en anuncio de BuenSamaritanosinfronteras.org. ¡Los negritos se nos mueren de hambre, señores, aflojen la pasta! Y a mi se me afloja el esfínter. Porque si todos los niños que nacen en África sin control salieran adelante, esto se iría a la mierda, incluida tu ONG de buen rollito. Basta ya de hipocresía. Para que podamos ir al súper y que haya quince marcas distintas de pan de molde, en India mueren en las calles de Bombay a cientos…y en Darfur caen como chinches en los campos de refugiados.
Lo que parece claro es que cuatro millones de años sobre la tierra no nos ha enseñado nada y que, si no se remedia, apenas un par de cientos va a ser suficiente para cepillarnos la vida tal como la conocemos. Y me pregunto por qué nos creemos más importantes que un delfín, una ballena o un lince ibérico. En lo único que aventajamos al resto de especies es en nuestro poder de destrucción y en el odio que destilamos allá donde plantamos el pie, quién demonios nos creemos para destrozar un Mundo que ha tardado millones de años en ser creado. ¿Qué es el progreso? ¿Ciudades como Madrid abocadas a convertirse en un México DF, o en una Nueva Delhi? ¿Cada vez más bloques de cemento armado, centros comerciales gigantescos y máscaras antipolución? Lo peor no es ver cómo esto se va a la mierda, es la impotencia de no poder hacer apenas nada como individuo y cómo la capacidad de lucha y de cuestionamiento de la masa atocinada hacia el Poder se reduce a los gritos que pegan cada vez que Cristiano Ronaldo falla un gol cantado…¡qué tristeza ver cómo un bocata de lomo y un partido de fútbol es suficiente para mantenernos como cerdos que van al matadero!

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