domingo, 8 de octubre de 2017

Narco: un negocio lucrativo.

Según el periódico EL CONFIDENCIAL, 11.155 homicidios han ocurrido en México en los primeros cinco meses del presente año, de acuerdo a los datos oficiales, algo más de un 30% superior a las cifras del mismo periodo de 2016 y un número que de seguir esta tendencia va camino de pulverizar el récord de 27.213 muertos en 2011, año en el que México mantenía oficialmente una guerra contra el narco. De media van 74 asesinatos al día o, visto de otro modo, un muerto aproximadamente cada 20 minutos entre enero y mayo de 2017, buena parte de los cuales tienen una relación directa o indirecta con los cárteles de la droga, a lo que habría que añadir todo el catálogo de delitos asociados al mismo: secuestros, extorsiones, sobornos, blanqueamiento de capitales y un largo etcétera difícil de cuantificar. En pocas palabras, la putrefacción del sistema. Al parecer, sólo el Estado Mexicano gasta en combatir el narco 9 mil millones de dólares al año, cifra que casi empata al gasto del gobierno en desarrollo social (Fuente, Michoacan 3.0, año 2015). Según un artículo de la BBC del pasado año 2016, el tráfico de drogas a nivel mundial mueve anualmente alrededor de 320 mil millones de dólares. En EEUU, los muertos como consecuencia del consumo de opiáceos se ha convertido en una auténtica pandemia nacional: la población comienza con fármacos legales como el Bicodín (¿recuerdas al Dr House?), y termina chutándose caballo en el mercado ilegal. De hecho, 91 estadounidenses mueren diariamente por esta causa, superando como causa de fallecimiento a las armas de fuego y los accidentes de tráfico. ¡Increíble! Estas cifras tienen relación directa con gestos rutinarios y aparentemente inocuos para muchos jóvenes (y no tan jóvenes) en los países occidentales: meterse una raya de cocaína por la nariz, fumarse un cañardo de hachís o comerse una pirula de éxtasis a lo largo del fin de semana. ¿Realmente toda esta gente repara en el significado real, y las consecuencias derivadas de gestos tan a la orden del día como los que acabo de enumerar? Porque cada “tirito” de “farlopa” que se “enchufa” Fulanito pone su granito de arena a una parcela de muerte, tortura, violencia, corrupción inconmensurables a lo largo y ancho del Mundo. Para que un gilipollas cualquiera pueda fumarse su porrito vespertino, una cadena de esclavitud con olor a muerte ha sido puesta en marcha con sus múltiples engranajes. Es indiferente la inyección de recursos de todo tipo dedicados por los gobiernos: si hay un mercado que demanda cada vez más “viajes extraterrenos”, los esfuerzos son baldíos, una batalla perdida. Sólo la concienciación entre los más jóvenes, invertir en educación desde la base informando a los niños de las consecuencias personales y sociales del consumo y tráfico de estupefacientes puede salvarnos de esta epidemia. ¿Tal vez una legalización bien meditada y controlada? Esta es una problemática que da lugar a un extenso debate que entronca con muchas otras cuestiones pendientes y en las que pocos reparan, como es el lucro que obtienen los propios estados de una manera soterrada del lavado de dinero negro (más bien rojo sangre) derivado del narcotráfico, de las mordidas a funcionarios que degradan la labor pública y arrastra al terreno del delincuente al que debiera combatirlo o la creación de auténticos drogadictos con receta por parte de las multinacionales farmacéuticas y los médicos que las expenden. Por no hablar de la hipocresía de la sociedad respecto a actividades “poco presentables”: nadie se mete nada, nadie se va de putas, nadie se salta un semáforo, pero el primer negocio “confidencial” es el narco, el tercero, la trata de blancas y sólo el Ayuntamiento de Madrid puso cerca de tres millones de denuncias de tráfico durante el año 2016. Al menos esto último llena me llena el plato de garbanzos.

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