lunes, 19 de abril de 2010

Segundas oportunidades

Hoy en el BIO CHANNEL han echado un documental acerca de las segundas oportunidades. Tres supervivientes a un brutal accidente aéreo hablaban de su experiencia vital, de cómo afrontaban la vida a raíz de semejante shock. Si mal no recuerdo, cerca de 300 pasajeros volaban en ese pájaro, alrededor de 120 muertos, algunos, niños de corta edad. Se me ponían los pelos de punta al escuchar la narración del suceso, de cómo los segundos se convertían en horas por obra del azar. El avión se partió en cinco trozos a raíz del impacto contra el suelo, convirtiendo en un milagro la supervivencia de tantos ocupantes. Los tres personajes (uno de los pilotos, la sobrecargo y un pasajero) coincidían que todo el sufrimiento acaecido durante esos momentos críticos no fue nada comparado con lo que vino después, y no estoy hablando de las secuelas físicas. El estrés postraumático se convirtió, según definía el pasajero, en una tonelada de ladrillos cayendo sobre él, materializado en sentimiento de culpa, en porqué yo he sobrevivido y los demás no. Curiosa reacción la de la mente humana. En vez de derivar los pensamientos hacia un sentimiento de agradecimiento al destino por no haberle picado el billete de manera prematura y atroz, te deriva por derroteros difíciles de explicar. Seguramente un experto podría dar una respuesta objetiva para explicar semejante reacción, yo quiero suponer que el ser humano tiene un sentimiento de solidaridad y piedad innato en su material genético, que sufre ante el padecer ajeno y no se mantiene indiferente ante él. Parece ser que existen estudios que afirman que esa es la razón de que el llanto sea contagioso, por ejemplo, en una guardería, que el sufrimiento ajeno nos sienta mal, y lo sufrimos como propio incluso antes de poder explicar porqué. Quizá el que sale vivo de algo así piense que podría haber hecho algo más ¿Acaso no es suficiente haber sido capaz de mantenerte de una pieza tras algo así?. Cómo si hubieran sido capaces de pilotar el aparato cual Barón Rojo, o haber sostenido el fuselaje con sus propias manos para que no se hiciera añicos…como digo, curiosa la mente del ser humano.
No todos (espero) vamos a pasar por algo así. Pero a todos, tarde o temprano, por sucesos que a nadie se les escapan, nos va a tocar coger los trozos y recomponerlos de nuevo. Lo realmente precioso y meritorio es formar una figura más inspiradora, más bella y más fuerte.
Muchos de los supervivientes a sucesos del tipo que nos ocupa deciden vivir cada día como si fuera el último, y definitivamente valoran cada bocanada de aire que entra en sus pulmones como un milagro. ¿Por qué los demás no somos capaces de valorar lo realmente importante, y perdemos nuestras energías en pensamientos destructivos y personas que no valen la pena? ¿Por qué necesitamos que nos golpee la vida con un mazo para recordarnos lo fundamental?.
Como dice mi escritor favorito, estamos sometidos al azar, siempre caprichoso, impredecible. Un semáforo rojo, una piel de plátano, una tuerca que se afloja, y todo a la mierda. Y vivimos ajenos a todo ello, como si las desgracias que vemos en el telediario no fueran más que una película de media hora a años luz de nuestra vida.
A veces, recuerdo esa escena, al comienzo de una de las películas que más me hicieron pensar, El Club de los Poetas Muertos, en la que el profesor Keating, recién llegado ,enseña a sus alumnos fotografías antiguas de alumnos que fueron del colegio. ¡¡Oh, Capitán, mi Capitán!!, ¡¡Coged las rosas mientras podáis!!!!

http://www.youtube.com/watch?v=nC7KdxAYdU4

Cada vez que pienso gilipolleces, o me vengo abajo, veo esa escena. Y me doy cuenta de las fuerzas que malgastamos. La vida no para de hacerte guiños, en un documental, en un libro, en una película, y parece que nos pasan por delante como un autobús libre de servicio. Asi que………
CARPE DIEM, compañeros. CARPE DIEM…¡¡¡NYC, HERE WE GO!!!

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